El Chaltén se convirtió en el principio del
final del viaje. Venia cansado del desgastante ripio de la Carretera
Austral Chilena, pero muy feliz por haber cumplido esa etapa y regresar a
Argentina. Este lugar desarrollado dentro de la zona norte del Parque
Nacional Los Glaciares tenía una reputación excelente y
no podía esperar a explorarlo.
Todo comenzó al bajar de la lancha
"tehuelche" que cruzo el Lago del Desierto, y mi
particular bienvenida a Argentina por parte de un gendarme, que me dio una
advertencia por estar pescando sin licencia. No reniego de mi error, pero creo
que un viajero en bicicleta que está pescando su cena (1 pescado) no es motivo
de trámites burocráticos, ni discusiones sin sentido con
un pequeño hombre de verde que aburrido de su trabajo quiere ejercer
la autoridad.
Llegada al Lago del Desierto, bienvenido a Argentina!
Con esto claro y luego de un buen descanso (y de la trucha
que pesqué y me comí con mucho gusto), me subí a mi
corcel y pedaleé los 40 kilómetros que me separaban de El Chaltén, para llegar
en tempranas horas de la tarde a casa de Flor Lopez, la dueña de la Casa del
Ciclista de El Chaltén. Me habían hablado de ella
en múltiples ocasiones, por lo que ya era hora de conocerla
y de participar un poco de la vida en comunidad. Junto a nosotros llegaron
tantos otros ciclistas, tanto los que venían con nosotros desde Villa
O'Higgins, como los que venían en dirección contraria
y encaraban hacia la Carretera Austral. Luego de unos mates y charla con
Flor se fue organizando la primer comilona ciclista, que por supuesto tenía que
ser un asado. Un poco cansados de comer siempre lo mismo en la Carretera
Austral debido a la falta de variedad y el sobreprecio (justificado por las
distancias), hicimos las compras pertinentes y dimos comienzo al tan merecido
"asadito".
El Mirador de los Cóndores, El Chaltén
Los días en el Chaltén se dieron de manera espontánea
y descontracturada.
Aprovechando la cantidad de gente dispuesta y disponible, solo bastaba una idea para llevar un buen plan a cabo. Desde caminatas en solitario y trekking al Lago Torre hasta escalada en roca, ocuparon nuestros días haciendo de una semana, solamente un instante.
Por las noches seguimos con la consigna comunitaria, y
cenamos todos juntos a diario, sumando nuevos asados y hasta un delicioso
cordero a la llama, cuya cocción exitosa sume a mi currículo
asador.
Único Argentino, el ASADOR
En el esmero de seguir sumando ideas para construir mi
propia casa al regresar a mis tierras (Alta Gracia - Córdoba), fui tomando
ideas de
las múltiples construcciones eclécticas que hay en todo
El Chaltén y hasta tropecé con Arístides, un tipo de primera con
quien compartí mi proyecto luego de la sorpresa de que él
ya había pasado por lo mismo. Así pase una tarde
compartiendo ideologías y aprendí nuevas técnicas de construcción para
seguir sumando a este, uno de mis tantos proyectos en mente.
La casita de Arístides
Partir de El Chaltén no fue fácil. Con algunos de
mis buenos amigos cicloviajeros seria nuestra última cita, y con esto
no quise autoflagelarme con despedidas, ya que a esa altura mi
sensible corazón no estaba listo para más estímulos de este
tipo. Luego de agradecer subí a "La Cabra", mi
fiel compañera de viaje, y junto a mi compa Devin salimos a la
ruta para alcanzar un puesto intermedio entre El Chaltén y El
Calafate. Una casa rosada abandonada nos esperaba para pasar la noche fuera del
viento y las lluvias. A esta altura el frío ya no era noticia, sino
una condición bajo la que me había dispuesto a viajar, por
lo que evitaré quejarme de la misma.
Guanacos in the estepa
Junto a nosotros llego Christian, de Alemania, y se sumó
al grupo y a la tarea de encontrar este refugio, a 120km de El Chaltén. Al
llegar, una voz con tonada francesa conocida sonó de adentro del
refugio: Stephanie Vincent, de la provincia Francocanadiense de Quebec, nos
estaba esperando ya que ella había salido temprano por la
mañana.
Pasada lo noche hicimos equipo, y nos dispusimos a
viajar en línea aprovechando la resistencia que hacia el primero al viento para
no derrochar energías. Desde el cruce de la ruta 40 con la ruta que
lleva a El Calafate, el viento en contra no es poca cosa y no
es cuestión de derrochar energías.
El Glaciar Perito Moreno, cereza del postre
Llegamos sin mayores problemas a El Calafate, y fuimos
derecho al supermercado a cargar combustible y hablar con toda la gente que
pasaba por su puerta y veía nuestras
bicis allí. Un vendaval del preguntas conocidas, y hasta el
reconocimiento de algunos lectores del blog y la página de facebook
(Provenzani Diario - de bicicleta), que si bien escribo de manera muy amateur y
sin hacer mucha propaganda, parece que al menos llega a algunos lectores
curiosos de esta, mi aventura.
En El Calafate llegamos (Devin y yo) a
la Hostería de una familia amiga mía, los Wilkendorf, que nos trataron
como reyes durante 4 días. Descansamos frente al Lago
Argentino, acondicionamos nuestros corceles, y usamos como base para ir a
conocer el colosal Glaciar Perito Moreno. Es una de las cosas más impactantes
que he visto en mucho tiempo, y sin dudas el Glaciar más grande frente al que
me haya enfrentado. Con el deseo de hacer algunas actividades en el Parque pero
no menos que ofendido por el sobreprecio de las mismas y la falta
de energía para actividades físicas fuera del cicloturismo,
dediqué el día en el Parque a disfrutar del rugir del Glaciar.
La caída de los hielos que se fracturan de la gran masa
principal parecen estar sincronizados, junto al golpe de los mismos con el agua,
crean un espectáculo difícil de superar. Pase junto a mis amigos
una tarde fabulosa, entre charlas, comilonas, y largas sesiones
de fotografía.
Pasareleando
Pasareleando
Luego de El Calafate volvimos al ruedo con
la intención de llegar a Ushuaia lo más pronto posible, pero sin
exagerar en los esfuerzos físicos y priorizando el tiempo juntos, ya
que a esta altura ya éramos 6 en carretera: Marion y Remi de Francia,
Steph de Canadá, Christian de Alemania, Devin de EEUU, y quien les
escribe, único autóctono. Con paradas en los puestos
de vialidad, llegó la hora de separarnos a la altura de la bifurcación a
Cerro Castillo, ya que en mi
caso seguiría hacia Río Turbio, donde me esperaba un gran
amigo.
Buenos tiempos en la grupal
última noche en el Camping Vialidad
Buenos tiempos en la grupal
última noche en el Camping Vialidad
Luego de evitar más despedidas, y junto a Devin y
Steph seguimos viaje hacia Río Turbio para descansar el fin de
semana previo a regresar a territorio chileno, y compartir junto a mi amigo
Elvio Chavez que se encuentra allí por una nueva oportunidad laboral
junto a su familia.
Chavez y compania en El Turbio
Chavez y compania en El Turbio
Nuevamente hicimos uso del asador, y compartimos un
fin de semana en familia para alimentar el corazón con buenos
momentos para enfrentar los próximos kilómetros de ruta.
De nuevo en Chile
A esta altura los trámites migratorios ya no son
noticia. Nos separaban 250km de Punta Arenas y nos propusimos hacer paradas en
Morro Chico y Gobernador Filipi, para poder conquistar el tramo en
3 días.
Carreteando el Sur Chileno
Carreteando el Sur Chileno
Siendo agasajados por la hospitalidad patagónica que
parece no tener fronteras en ninguna dimensión, llegamos a Punta Arenas
descansados y con un buen ánimo para tomar el ferry que nos llevaría a
Tierra del Fuego. Un amigo en común con Devin nos recomendó con Nico y Maca,
dos amigos que se encuentran trabajando en proyectos de Sustentabilidad en la
zona, y quienes nos dieron un reparo del frío y los vientos en su casa. Allí
conocimos una linda diversidad de gente y pudimos agradecerles con una cena en
donde participamos junto a sus amigos, con quienes seguramente seguiremos en
contacto.
Nico y amigos en Punta Arenas, gracias gente!!!
Nico y amigos en Punta Arenas, gracias gente!!!
Luego de un cruce en ferry sin grandes amenazas del
clima, llegamos a la ciudad de Porvenir, puerto de entrada a Tierra del Fuego
en territorrio Chileno. Desde allí no habían mas limites físicos para llegar a
Ushuaia más allá de nuestro propio esfuerzo físico.
La primer mañana en que saldríamos a la ruta vimos los
primeros copos de nieve caer del cielo, testimonio de que el Otoño/invierno ya
estaba encima nuestro y debíamos abrigarnos para salir al ruedo. Con la fortuna
de consultar donde repararnos del frio durante el camino, llegamos a diversas
estancias patagónicas, donde ya acostumbrados a recibir esquiladores en su
momento de faena, nos proveían de un refugio del viento y el frio, en general
hasta con la oportunidad de calentarnos junto a una estufa a leña.
Personalmente soy un gran amante de este método de cocina y calefacción, por lo
tanto seguí sumando momentos inolvidables en este viaje que parece nunca tener
fin, y del que nunca siento que dejo de sorprenderme. La hospitalidad espontánea
es sin dudas mi mejor y mayor combustible espiritual, y se ha manifestado en
diferentes formas a lo largo de los 16 países visitados en las Américas, algo
que quedará sellado en mi por siempre.
Nuestros refugios no cambiaron al pasar nuevamente de
Chile a Argentina vía San Sebastián, y volvimos a confiar en las Estancias de
este lado también. Allí nos sorprendió la Estancia Viamonte, donde una familia
pionera de la isla lleva más de 70 años recibiendo viajeros, mucho antes de que
siquiera existiese un camino que llegue a Ushuaia. A esta altura ya estábamos
cansados, y llevábamos varios días sin el lujo de una ducha caliente, algo que
ya se hacía notar no solo en el perfume que nos acompañaba, pero en la acumulación
de fatiga en el cuerpo. Abasteciendo de todas las calorías posibles en cada
comida, llegamos a nuestra última parada previa al último día: Tolhuin.
Ya me habían comentado sobre la Panadería "la Unión"
en múltiples oportunidades a lo largo de mi camino al sur. Al parecer no había
otra parada que se le parezca y era nuestro objetivo llegar y entender el
porque de tanta propaganda.
Emilio y su equipo nos recibieron en la Panadería La Unión, Tolhuin
Emilio y su equipo nos recibieron en la Panadería La Unión, Tolhuin
Al llegar entendimos porque. Emilio lleva 30 años en
esta Panadería, que es ya una institución y parada obligada tanto de turistas
como gente de paso. La parada no solo la imponen las delicias que ofrecen a la
venta, pero es la oportunidad de conocerlo a el y a su grupo de trabajadores lo
que le suma a la experiencia. Allí nos refugiamos casi 4 días, donde dormimos
en la habitación llamada "Casa de la Amistad" donde Emilio agasaja a
los cicloviajeros con una cama y una ducha caliente, dos GIGANTES lujos para un
cuerpo fatigado y poco cuidado en materia de aspecto. Una vez convertidos en
gente nuevamente gracias a una intensa ducha, nos propusimos ser parte de la
labor diaria para conocerlos y poner nuestro granito de arena en este
maravilloso proyecto. Trabajamos junto a ellos dos días, y fuimos premiados con
una buena cantidad de facturas y otros condimentos que llenaron nuestros estómagos
y deseos de comer "algo rico".
Finalmente llegó el día de terminar este viaje, pero
voy a dedicarle una entrada entera a este mi último día, ya que creo que fue el
momento de sensaciones más extremas del viaje. Espero hayan disfrutado este largo post!!! Buena senda!!!
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