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10/6/14

Vamos que terminamos!!! Navegando desde el Chalten hasta el fin del mundo

El Chaltén se convirtió en el principio del final del viaje. Venia cansado del desgastante ripio de la Carretera Austral Chilena, pero muy feliz por haber cumplido esa etapa y regresar a Argentina. Este lugar desarrollado dentro de la zona norte del Parque Nacional Los Glaciares tenía una reputación excelente y no podía esperar a explorarlo.

 Todo comenzó al bajar de la lancha "tehuelche" que cruzo el Lago del Desierto, y mi particular bienvenida a Argentina por parte de un gendarme, que me dio una advertencia por estar pescando sin licencia. No reniego de mi error, pero creo que un viajero en bicicleta que está pescando su cena (1 pescado) no es motivo de trámites burocráticos, ni discusiones sin sentido con un pequeño hombre de verde que aburrido de su trabajo quiere ejercer la autoridad.

Llegada al Lago del Desierto, bienvenido a Argentina!

Con esto claro y luego de un buen descanso (y de la trucha que pesqué y me comí con mucho gusto), me subí a mi corcel y pedaleé los 40 kilómetros que me separaban de El Chaltén, para llegar en tempranas horas de la tarde a casa de Flor Lopez, la dueña de la Casa del Ciclista de El Chaltén. Me habían hablado de ella en múltiples ocasiones, por lo que ya era hora de conocerla y de participar un poco de la vida en comunidad. Junto a nosotros llegaron tantos otros ciclistas, tanto los que venían con nosotros desde Villa O'Higgins, como los que venían en dirección contraria y encaraban hacia la Carretera Austral. Luego de unos mates y charla con Flor se fue organizando la primer comilona ciclista, que por supuesto tenía que ser un asado. Un poco cansados de comer siempre lo mismo en la Carretera Austral debido a la falta de variedad y el sobreprecio (justificado por las distancias), hicimos las compras pertinentes y dimos comienzo al tan merecido "asadito". 

El Mirador de los Cóndores, El Chaltén

Los días en el Chaltén se dieron de manera espontánea y descontracturada. 

Aprovechando la cantidad de gente dispuesta y disponible, solo bastaba una idea para llevar un buen plan a cabo. Desde caminatas en solitario y trekking al Lago Torre hasta escalada en roca, ocuparon nuestros días haciendo de una semana, solamente un instante. 
Por las noches seguimos con la consigna comunitaria, y cenamos todos juntos a diario, sumando nuevos asados y hasta un delicioso cordero a la llama, cuya cocción exitosa sume a mi currículo asador.

Único Argentino, el ASADOR
En el esmero de seguir sumando ideas para construir mi propia casa al regresar a mis tierras (Alta Gracia - Córdoba), fui tomando ideas de las múltiples construcciones eclécticas que hay en todo El Chaltén y hasta tropecé con Arístides, un tipo de primera con quien compartí mi proyecto luego de la sorpresa de que él ya había pasado por lo mismo. Así pase una tarde compartiendo ideologías y aprendí nuevas técnicas de construcción para seguir sumando a este, uno de mis tantos proyectos en mente.

La casita de Arístides

Partir de El Chaltén no fue fácil. Con algunos de mis buenos amigos cicloviajeros seria nuestra última cita, y con esto no quise autoflagelarme con despedidas, ya que a esa altura mi sensible corazón no estaba listo para más estímulos de este tipo. Luego de agradecer subí a "La Cabra", mi fiel compañera de viaje, y junto a mi compa Devin salimos a la ruta para alcanzar un puesto intermedio entre El Chaltén y El Calafate. Una casa rosada abandonada nos esperaba para pasar la noche fuera del viento y las lluvias. A esta altura el frío ya no era noticia, sino una condición bajo la que me había dispuesto a viajar, por lo que evitaré quejarme de la misma. 

El majestuosos Fitz Roy

Guanacos in the estepa

Junto a nosotros llego Christian, de Alemania, y se sumó al grupo y a la tarea de encontrar este refugio, a 120km de El Chaltén. Al llegar, una voz con tonada francesa conocida sonó de adentro del refugio: Stephanie Vincent, de la provincia Francocanadiense de Quebec, nos estaba esperando ya que ella había salido temprano por la mañana. 

Pasada lo noche hicimos equipo, y nos dispusimos a viajar en línea aprovechando la resistencia que hacia el primero al viento para no derrochar energías. Desde el cruce de la ruta 40 con la ruta que lleva a El Calafate, el viento en contra no es poca cosa y no es cuestión de derrochar energías.

El Glaciar Perito Moreno, cereza del postre

Llegamos sin mayores problemas a El Calafate, y fuimos derecho al supermercado a cargar combustible y hablar con toda la gente que pasaba por su puerta y veía nuestras bicis allí. Un vendaval del preguntas conocidas, y hasta el reconocimiento de algunos lectores del blog y la página de facebook (Provenzani Diario - de bicicleta), que si bien escribo de manera muy amateur y sin hacer mucha propaganda, parece que al menos llega a algunos lectores curiosos de esta, mi aventura. 

Familia Wilkendorf, parada de lujo frente al Lago Argentino

En El Calafate llegamos (Devin y yo) a la Hostería de una familia amiga mía, los Wilkendorf, que nos trataron como reyes durante 4 días. Descansamos frente al Lago Argentino, acondicionamos nuestros corceles, y usamos como base para ir a conocer el colosal Glaciar Perito Moreno. Es una de las cosas más impactantes que he visto en mucho tiempo, y sin dudas el Glaciar más grande frente al que me haya enfrentado. Con el deseo de hacer algunas actividades en el Parque pero no menos que ofendido por el sobreprecio de las mismas y la falta de energía para actividades físicas fuera del cicloturismo, dediqué el día en el Parque a disfrutar del rugir del Glaciar. La caída de los hielos que se fracturan de la gran masa principal parecen estar sincronizados, junto al golpe de los mismos con el agua, crean un espectáculo difícil de superar. Pase junto a mis amigos una tarde fabulosa, entre charlas, comilonas, y largas sesiones de fotografía.


Pasareleando

Luego de El Calafate volvimos al ruedo con la intención de llegar a Ushuaia lo más pronto posible, pero sin exagerar en los esfuerzos físicos y priorizando el tiempo juntos, ya que a esta altura ya éramos 6 en carretera: Marion y Remi de Francia, Steph de Canadá, Christian de Alemania, Devin de EEUU, y quien les escribe, único autóctono. Con paradas en los puestos de vialidad, llegó la hora de separarnos a la altura de la bifurcación a Cerro Castillo, ya que en mi caso seguiría hacia Río Turbio, donde me esperaba un gran amigo. 


Buenos tiempos en la grupal

última noche en el Camping Vialidad

Luego de evitar más despedidas, y junto a Devin y Steph seguimos viaje hacia Río Turbio para descansar el fin de semana previo a regresar a territorio chileno, y compartir junto a mi amigo Elvio Chavez que se encuentra allí por una nueva oportunidad laboral junto a su familia.


Chavez y compania en El Turbio

Nuevamente hicimos uso del asador, y compartimos un fin de semana en familia para alimentar el corazón con buenos momentos para enfrentar los próximos kilómetros de ruta.

De nuevo en Chile

A esta altura los trámites migratorios ya no son noticia. Nos separaban 250km de Punta Arenas y nos propusimos hacer paradas en Morro Chico y Gobernador Filipi, para poder conquistar el tramo en 3 días. 


Carreteando el Sur Chileno

Siendo agasajados por la hospitalidad patagónica que parece no tener fronteras en ninguna dimensión, llegamos a Punta Arenas descansados y con un buen ánimo para tomar el ferry que nos llevaría a Tierra del Fuego. Un amigo en común con Devin nos recomendó con Nico y Maca, dos amigos que se encuentran trabajando en proyectos de Sustentabilidad en la zona, y quienes nos dieron un reparo del frío y los vientos en su casa. Allí conocimos una linda diversidad de gente y pudimos agradecerles con una cena en donde participamos junto a sus amigos, con quienes seguramente seguiremos en contacto.


Nico y amigos en Punta Arenas, gracias gente!!!

Luego de un cruce en ferry sin grandes amenazas del clima, llegamos a la ciudad de Porvenir, puerto de entrada a Tierra del Fuego en territorrio Chileno. Desde allí no habían mas limites físicos para llegar a Ushuaia más allá de nuestro propio esfuerzo físico. 

La primer mañana en que saldríamos a la ruta vimos los primeros copos de nieve caer del cielo, testimonio de que el Otoño/invierno ya estaba encima nuestro y debíamos abrigarnos para salir al ruedo. Con la fortuna de consultar donde repararnos del frio durante el camino, llegamos a diversas estancias patagónicas, donde ya acostumbrados a recibir esquiladores en su momento de faena, nos proveían de un refugio del viento y el frio, en general hasta con la oportunidad de calentarnos junto a una estufa a leña. Personalmente soy un gran amante de este método de cocina y calefacción, por lo tanto seguí sumando momentos inolvidables en este viaje que parece nunca tener fin, y del que nunca siento que dejo de sorprenderme. La hospitalidad espontánea es sin dudas mi mejor y mayor combustible espiritual, y se ha manifestado en diferentes formas a lo largo de los 16 países visitados en las Américas, algo que quedará sellado en mi por siempre.

Se puso fresco en Tierra del Fuego

Nuestros refugios no cambiaron al pasar nuevamente de Chile a Argentina vía San Sebastián, y volvimos a confiar en las Estancias de este lado también. Allí nos sorprendió la Estancia Viamonte, donde una familia pionera de la isla lleva más de 70 años recibiendo viajeros, mucho antes de que siquiera existiese un camino que llegue a Ushuaia. A esta altura ya estábamos cansados, y llevábamos varios días sin el lujo de una ducha caliente, algo que ya se hacía notar no solo en el perfume que nos acompañaba, pero en la acumulación de fatiga en el cuerpo. Abasteciendo de todas las calorías posibles en cada comida, llegamos a nuestra última parada previa al último día: Tolhuin.

Ya me habían comentado sobre la Panadería "la Unión" en múltiples oportunidades a lo largo de mi camino al sur. Al parecer no había otra parada que se le parezca y era nuestro objetivo llegar y entender el porque de tanta propaganda. 

Emilio y su equipo nos recibieron en la Panadería La Unión, Tolhuin

Al llegar entendimos porque. Emilio lleva 30 años en esta Panadería, que es ya una institución y parada obligada tanto de turistas como gente de paso. La parada no solo la imponen las delicias que ofrecen a la venta, pero es la oportunidad de conocerlo a el y a su grupo de trabajadores lo que le suma a la experiencia. Allí nos refugiamos casi 4 días, donde dormimos en la habitación llamada "Casa de la Amistad" donde Emilio agasaja a los cicloviajeros con una cama y una ducha caliente, dos GIGANTES lujos para un cuerpo fatigado y poco cuidado en materia de aspecto. Una vez convertidos en gente nuevamente gracias a una intensa ducha, nos propusimos ser parte de la labor diaria para conocerlos y poner nuestro granito de arena en este maravilloso proyecto. Trabajamos junto a ellos dos días, y fuimos premiados con una buena cantidad de facturas y otros condimentos que llenaron nuestros estómagos y deseos de comer "algo rico".

Finalmente llegó el día de terminar este viaje, pero voy a dedicarle una entrada entera a este mi último día, ya que creo que fue el momento de sensaciones más extremas del viaje. Espero hayan disfrutado este largo post!!! Buena senda!!!




    

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